lunes, 30 de mayo de 2011

ALGO MÁS SOBRE EL CUENTO
Escribe Carlos Sforza*
Pareciera ser que todo está dicho sobre el cuento. Pero a la vez, pareciera ser que algo más queda por decir. O agregar.
El cuento es, sin dudas, de lo más antiguo que existe en ficción. Desde la época de los ancestros que se reunían en las cuevas, a la espera de los cazadores, para luego escuchar sus hazañas y para oír también a los ancianos que relataban los mitos y creencias que nacían de su estar junto a una naturaleza hostil, la tradición de los relatos orales se sucedieron sin pausa ni treguas, de generación en generación. Hasta que llegó la escritura y las narraciones fueron asentándose en los papiros, en el papel, que es cuando llega a constituirse en literatura.
Se ha dicho que el cuento es en la literatura, el primo hermano de la poesía. Una manera elegante de vincular dos expresiones de la creación que tienen características propias pero, a la vez, para los inventores del parentesco, poseen elementos que pueden ser semejantes.
El cuento elude los motivos generales y se centra en un tema puntual, determinado. Ya Rainer María Rilke en su “Cartas a un joven poeta” lo aconsejaba así: “Sálvese de los motivos generales yendo hacia aquellos que su propia vida cotidiana le ofrece”. En ese yo y mi circunstancia, estriba buena parte del material que se le presenta al escritor, en este caso al cuentista, para con su imaginación, sus talentos y su trabajo, crear ficciones que se leen de un tirón, que sean creíbles y que estén, ello dado por supuesto, bien escritas.
SIVA
El poeta y ensayista chileno Antonio de Undurraga, en un ensayo que se publicó en la Revista Espiral (1962), resume sus consideraciones sobre el cuento con el nombre del dios hindú SIVA.
Y lo explica señalando el significado de cada letra del nombre elegido:
S: singular, puesto que el tema elegido por el cuentista debe serlo, lograr captar un momento especial, único.
I: intensidad, que se mantiene durante todo el cuento y termina con la última palabra. Que, en los finales abiertos, motiva al lector a continuar la narración
V: verosimilitud. Es esencial al cuento pues lo hace creíble. Desde la mentira que encierra toda ficción, es necesaria que aquélla se convierta en una verdad. Que lo que sucede sea vivido por el lector como algo que es verdadero. De allí que los grandes cuentistas, como Ray Bradbury y tantos otros, nos entreguen cuentos que transcurren en remotos planetas, donde hay seres humanos, llegados desde la tierra, y el lector los ve como naturales, como que realmente ya hemos arribado a Marte u otro planeta. Y nos enfrascamos en la lectura viviendo las vidas creadas por el escritor.
A: atención. El cuento debe atrapar de tal forma al lector, que no deje de leerlo hasta llegar al final.
Todo ello requiere, claro que el cuento esté bien escrito. Y al decir esto, no estoy usando una perogrullada, sino algo que es fundamental en toda narración: si es importante lo que se dice, como sostenía W. Faulkner, lo más importante es como se dice. La forma de transmitir la esencia del tema del cuento. Podemos tener muchas ideas, uno o más temas extraordinarios para un cuento. Pero a eso hay que escribirlo y en el cómo se escribe reside la validez y fortaleza del cuento.
EDGAR ALLAN POE
El gran cuentista que fue Poe, no sólo escribió sus magistrales relatos, sino que también teorizó sobre el cuento. Él nos entrega en sus trabajos teóricos, algunos elementos que conforme a su pensamiento y a su propia experiencia con el cuento, constituyen una preceptiva sobre el relato breve.
Habla de la extensión del cuento, la que debe, conforme su criterio, medirse con un doble criterio: temporal y psicológico. Como queda dicho líneas atrás, el cuento, sostiene Poe, debe ser leído de un tirón, pero siempre teniendo presente que la atención no debe decaer. Así afirma que “Mientras la novela logra sus objetivos a través de un efecto moroso y acumulativo, el cuento debe producir una impresión rápida y de conjunto”.
La arquitectura del cuento es, para Poe, fundamental. Por eso sostiene que debe tener una arquitectura orgánica “y poderosa coherencia a fin de producir un impacto total”. “El cuento –agrega- se propone explorar las implicaciones de una situación y trata de manejarse con recursos psicológicos sumamente tenues y escurridizos”.
También debemos tener en cuenta que hay en la historia de las narraciones literarias, una transformación en cuanto al arte narrativo. El crítico uruguayo Alberto Zum Felde sostenía que “En el plano de la realización literaria, aquello que constituye el carácter propio y distintivo de esta evolución es la alteración del orden tempo-espacial”. Y agrega que esos cambios no deben enturbiar la narración puesto que “el arte es comunión o no existe” (”La narrativa hispanoamericana”, p. 27 y sgts.).
Estos aportes vienen bien tenerlos presentes al momento en que un escritor se decide a escribir un cuento. Las experiencias de los demás, la lectura de los buenos autores, ayudan a la hora de la escritura. No para seguir al pie de la letra cada indicación o para tratar de copiar una forma o un estilo de un determinado autor. No es cuestión de clonar obras ajenas. Todo reside en saber leerlas y aprender de ellas formas, estilos, maneras, estructuras que siempre quedan en quien las lee conscientemente y ayudan a la hora de escribir.
Tengamos en cuanta que lo que importa es que la sigla del chileno: SIVA, esté presente en nuestros cuentos. Lo demás, lo dará la calidad de quien lo escribe y, por supuesto, la forma como lo transforma en palabras.

lunes, 23 de mayo de 2011

SE PRESENTÓ "DE CASAS Y MISTERIOS"

El viernes 20 de mayo, a la noche, en el Salón de Usos Múltiples del Hotel SOL VICTORIA, en la ciudad de Victoria (Entre Ríos), ante más de trescientas personas que asistieron al acto, se presentó la Segundo Edición del libro de cuentos "De Casas y Misterios" de Carlos Sforza, editado por la Sociedad Filantrópica "Terror do Corso" la que entregó ejemplares a escuelas y bibliotecas de Victoria y de Rosario.
Fue una jornada plena de emociones, en la que el autor recibió, también, una plaqueta de los Victorienses residentes en Paraná, por su trayectoria como escritor.
La voz del conocido locutor Luis Albornoz, dió vida a uno de los cuentos, acompañado en guitarra por el concertista Alejandro Sánchez. En esas circunstancias, se habilitó la muestra de las pinturas de Gabriel Calabrese, que ilustran la tapa y los cuentos de de Sforza.
Posteriormente se proyectó un audiovisual, realizado por Joaquín y Angelina Pedemonte, sobre Sforza, en el que éste habla de sus ficciones, a la vez que se muestran distintas etapas de su vida, casas paradigmáticas de Victoria, mientras una voz en off interpreta pasajes de diversos cuentos del libro. Un trabajo éste, de excelente factura en su realización y edición.
Fue, conforme lo recogió la prensa oral y escrita, un acto fuera de serie por la calidad del mismo, conducido por Cecilia Oberti, y por el apoyo masivo de quienes estuvieron presentes y acompañaron el lanzamiento de la reedición del libro.

sábado, 21 de mayo de 2011

SOBRE EL ENSAYO
Escribe Carlos Sforza*
Muchos en los últimos tiempos, han transitado el camino del ensayo en sus escarceos literarios. Es claro que ese encontrarse con lo que se denomina ensayo, en el canon y fuera de él, no es tarea fácil. Siempre tengo presente lo que escribió Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, al afirmar que el ensayo es el “ejercicio de la imaginación crítica”.
Precisamente hay muchos que se atreven a escribir ensayos, o que así lo llaman, sin tener plena conciencia que lo que hacen no es crear a través de las palabras un ensayo, sino una monografía, un estudio con abundancia de citas, un conglomerado de apreciaciones que no es precisamente la expresión de su imaginación crítica, sino el andar en muletas literarias gracias a otros que han escrito sobre el tema que se pretende abordar en el ensayo.
En mi trabajo sobre Luis Gorosito Heredia, que mereció el Premio “Fray Mocho” de Ensayo, cité a Martín Alonso en su “Ciencia del Lenguaje y Arte del Estilo” cuando afirma que “El ensayo es un producto literario moderno, de redacción personal, ingenioso y sin prejuicios… Todo puede ser tratado en el ensayo. Lo trascendente y lo frívolo, las inquietudes actuales o las preocupaciones pretéritas” y agrega que “la estilística del ensayo está regida por su condición especial. No admite complicaciones de forma que recarguen su vibración o la apaguen. Su norma será la intensidad y no la extensión” y cita a Ortega y Gasset, “maestro de ensayistas, (que) es un espectador que escribe para los que Platón en su República, llama amigos de mirar” y a Azorín para quien “los ensayos son notas de un transeúnte, un caminar despacioso por la calle, como un regodeo después de la vigilia diaria”, mientas que “los ensayos unamunescos son notas de un lector. Un pretexto para ir el autor entretejiendo sus propias ideas con las que les dan aquellos otros escritores que lee”.
En ensayo es pues, un estudio más bien breve, intenso, sobre un tema determinado. En él, por supuesto, debe primar la visión personal del autor, del ensayista, quien lo enfoca desde su punto de vista.
Sobre el ensayo literario propiamente dicho, no hace mucho tiempo, Mario Vargas Llosa escribió un esclarecer artículo sobre los que encaró Luis Loayza. Dice el flamante Premio Nobel de Literatura que “el ensayo literario que Loayza ha practicado toda su vida fue el que escritores como Edmund Wilson y Cyril Connolly en el mundo anglosajón, o Paul Valéry, Jean Pauhlan y Laurice Blanchot en Francia, o Alfonso Reyes, Octavio Paz y Ortega y Gasset en español utilizaron para expresar sus simpatías y diferencias a la vez que, al hacerlo, escribían textos de gran belleza literaria”.
Quizá hoy haya una carencia de ese género de ensayos que esos ilustres escritores escribieron. Existe una tendencia la facilismo en la expresión. O al academicismo surgido en la universidad, para encarar temas que suelen rotularse como ensayos cuando en realidad no lo son. Son otras formas expresivas pero no son propiamente ensayos.
De ahí que el peruano, autor de “La guerra del fin del mundo”, sostenga que “en nuestro tiempo, la crítica se ha apartado de esa buena tradición y escindido en dos direcciones que están, ambas, a años luz de las que encarnaron lo ensayos de Luis Loayza”. Ese alejamiento del ensayo que escribía el peruano Loaysa, , lo hace decir a su connacional Vargas Llosa que “Hay una crítica universitaria, erudita, generalmente enfardelada en una jerga técnica que la pone fuera del alcance de los no especialistas, y, a menudo, vanidosa y abstrusa, que disimula detrás de sus enredadas teorizaciones lingüísticas, antropológicas o psicoanalistas, su nadería. Y hay otra, periodística, superficial, hecha de reseñas y comentarios breves y ligeros, que dan cuenta de las nuevas publicaciones y que no disponen ni del espacio ni del ánimo para profundizar algo en los libros que comentan o fundamentar con argumentos sus valorizaciones. El ensayo al que yo me refiero es a la vez profundo y asequible al lector profano, libre y creativo, que utiliza las obras literarias ajenas como una materia para ejercitar la imaginación crítica y que, a la vez que enriquece la comprensión de las obras que lo inspiran, es en sí mismo excelente literatura”.
Sin dudas, en estas citas se vislumbra qué es un ensayo. Y cómo debe el que lo escribe, encararlo. No olvidemos que lo que está en juego es la visión de quien escribe el ensayo. No es valerse de otros para interpretar una obra, para referirse a un hecho, para calar hondo en una situación determinada. Es claro que hay en quien escribe un ensayo, situaciones en las que se apoya en un autor o en más de uno. Pero que nunca deja de lado ni elude lo que es propio de su tarea: la visión unitaria, propia sobre el tema abordado. Y, claro, que al crearlo, al escribirlo, lo engalana con una prosa acorde con lo que es el arte literario. De lo contrario sería una simple visión carente de valor como obra literaria. Porque, está sobreentendido, que hablo de un ensayo literario. Que, al serlo, debe tener en sí mismo la calidad que exige una verdadera obra literaria.

sábado, 14 de mayo de 2011

EL PERIODISMO DE ENTRE RÍOS
Escribe Carlos Sfoza*
La Academia Nacional de Periodismo de nuestro país, está publicando la Historia del periodismo argentino, colección que dirige Armando Alonso Piñeiro. La intención de la obra completa es, según se ha expresado, dar cumplimiento a dos de los cometidos básicos de la Academia. Ellos son: “(…) hacer honor por un lado, a su inexcusable presencia en el ámbito de los estudios especializados atinentes a la actividad que le es propia y, por otro, salvar ante las generaciones jóvenes algunos de los grandes y nobles trabajos realizados por el periodismo argentino durante los dos siglos y fracción en que efectivamente existe”.
A los títulos ya publicados, se suma “El periodismo de Entre Ríos”, Volumen IV, de nuestro comprovinciano y cofrade en la Academia Porteña del Lunfardo, Miguel Ángel Andreetto, periodista durante muchos años y que continúa su actividad semanalmente en forma especial en “El Diario” de Paraná, docente jubilado en la especialidad de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Castellano y Literatura.
LA OBRA
“El periodismo en Entre Ríos” ha sido editado por la Academia Nacional de Periodismo, (Impreso en PROA, Bs.As., noviembre de 2009, 168 p.). En el Prólogo, el autor afirma: “Éste, nuestro quehacer, no se circunscribió a lo simplemente fáctico, a la pura enunciación cronológica de los acontecimientos producidos desde 1819 –año de la introducción de la imprenta en la provincia-en la génesis y desarrollo de la actividad. Por el contrario, se enmarcó en un criterio que intentó ajustarse a dos etapas: la inicial, consistente en la mera información lisa, llana; la posterior, de la formulación de observaciones a notas y datos ilustrativos que sirviera a nuestros fines. Tal fue la metodología con la que intentamos imprimir sello de dinamismo a la búsqueda y el análisis de antecedentes válidos para la oportunidad” (p. 9).
El libro comprende nueve capítulos que arrancan con La imprenta en Entre Ríos y continúa con el periodismo en Paraná, Gualeguaychú, Concepción de Uruguay, Datos para un mapeo integral (donde toma el desarrollo del periodismo en las otras ciudades de la provincia, entre ellas Victoria por supuesto), La libertad de expresión, La protección del periodista, La formación de la gente de prensa, El retorno de los galeones (donde hace la semblanza de lo que denomina La Legión Entrerriana y aborda las biografías, breves por cierto, de destacados periodistas entrerrianos que ha trabajado en la provincia y fuera de ella) y concluye con una Addenda en la que trata sobre La agencias, de noticia, Los certámenes periodísticos y completa con Anecdotario.
Es indudable que abordar la historia del periodismo entrerriano es un tarea ardua, dificultosa habida cuenta de la gran cantidad de publicaciones que ha circulado por Entre Ríos desde la introducción de la imprenta en la época de Francisco Ramírez, presuntamente traída de Estados Unidos e introducida la por Banda Oriental del Uruguay por el propietario de la misa, el general chileno José Miguel Carrera.
Andreeto hace un recorrido por los periódicos y diarios entrerrianos, desde aquella primera imprenta y explica cómo fue desarrollándose el periodismo en la provincia.
Considero que esta nueva obra, muy bien impresa, es un complemento a la insoslayable de Aníbal S. Vásquez, “Periódicos y periodistas de Entre Ríos” publicada por la Dirección de Cultura de Entre Ríos en1970, y que el historiado mencionado subtitulo “Crónica del Periodismo Entrerriano desde su origen de 1819 hasta el año 1944” y que Andreetto cita en varias ocasiones e incluye en la Bibliografía General.
Es sabido que la primera imprenta, cuando las luchas intestinas movilizaron al Supremo Entrerriano, andaba en la grupa de los caballos, para decirlo con lenguaje coloquial, y desde allí salían los boletines que informaban al pueblo sobre las cuestiones del estado provincial y la creación ramiriana de la República de Entre Ríos, a la vez que se ilustraba con los ideales que mantenía enhiestos el caudillo.
Andreetto relata y enumera los muchos diarios, publicaciones y revistas que desde aquel 1819 fueron publicándose en Entre Ríos. Entre los aportes valiosos que trae este libro, recupero el dedicado a La Revista de Paraná aparecida el 28 de febrero de 1861, que salía mensualmente, editada e impresa por Carlos Casavalle y dirigida por Vicente G. Quesada. Es notable leer que aparte de la historia, la revista incorporaba literatura, “que era la sección más rica, con poesías, novelas, cuentos y ensayos, entre los que destaca “Güemes, recuerdos de la infancia” de Juana Manuela Gorriti, inspirada en el período salteño de la lucha por la independencia”. También Filología donde se revela la importancia de las lenguas americanas durante el proceso de la independencia (p. 31). Esta publicación, conforme lo consigna el autor del libro, tenía corresponsales en diversos lugares. Entre ellos rescatamos, a través de lo que ha investigado Andreetto, en Buenos Aires, Damián Hudson, José Tomás Guido, Francisco Bilbao y Miguel Navarro Viola; en Catamarca, Benedicto Ruzo y Fray Mamerto Esquiú; en Corrientes, Juan Pujol y José María Rolón; en Santa Fe, Evaristo Carriego; en Chile, Benjamín Vicuña Mackenna; en Paraguay, Alfredo Marbais du Graty; en Perú, Juana Manuela Gorriti; en Francia, Juan Bautista Alberdi y en oportunidades, afirma el autor, su tiraje alcanzó los mil ejemplares (p.32).
Con respecto al periodismo victoriense, que ha sido uno de los pueblos más pródigos en publicaciones, consigna las que llegan a 1944. Aunque en el primer capítulo, in fine, se da a conocer un informe de la Dirección de Información Pública de Entre Ríos, de enero de 2008, donde da cuenta de los lugares a los que envía información dicho organismo. Con referencia a nuestra ciudad, se informa que se manda información a “La Mañana, La Tarde y Paralelo 32” (p. 15). No sabemos con certeza cómo se manda información a La Tarde cuando hace varios años que el diario que dirigía Salvador Solórzano no se publica más. Asimismo, agrego a la nómina de diarios que circularon con mucho predicamento en Victoria El Cívico de don Ramón Aldao y Crisol fundado en 1947 por Miguel Reyes Firpo y que tuvo una larga y difundida presencia en el pueblo.
En su libro, valioso por cierto y documentado con las limitaciones que la proliferación de publicaciones ha tenido en la provincia, Andreetto da cuenta de atentados a la libertad de prensa y de expresar por los medios escritos la opinión, como la clausura, detención de su director y posterior expropiación que sufrió El Diario (Paraná) en 1943, el que luego fue restituido en el gobierno de facto de José H. Sosa Molina. También el asesinato del periodista victoriense Federico Malatesta; el ataque contra Juan Ángel Martínez quien debió mudarse a Buenos Aires; el ataque al periodista uruguayense Antonio R. Ciaspucio que cuando se trasladaba su imprenta en un carro, fue detenida y en el arroyo Las Achiras tirados al agua los tipos. En cuanto a la impresora, al pasar frente a una barranca, fue despeñado el carro con la impresora y los caballos y degollado el carrero que la conducía.
A esos hechos se pueden sumar, en la historia, otros que los poderes despóticos, o simplemente intolerantes a las críticas y a la libertad de expresión, han sucedido en la historia del periodismo entrerriano.
Andreetto narra algunas anécdotas de sucesos relacionados con el periodismo entrerriano, gafes que suelen producirse en los diarios, muchas veces jocosos. Asimismo nos ilustra sobre la agremiación de los periodistas en la provincia, las agencias de noticias y la formación de los hombres de prensa, que en un comienzo se hizo al lado de los imprenteros, de los que a mano armaban los periódicos, de la etapa de las linotipos y ahora de las computadoras. Y cómo, con el correr del tiempo, desde los primeros cursos de periodismo patrocinados por la Universidad de La Plata, hasta hoy con carreras específicas, universitarias, de ciencia de la comunicación como sucede en la Universidad Nacional de Entre Ríos, por ejemplo.
Miguel Ángel Andreetto, que siempre ha investigado sobre la literatura, su historia y todo lo que hace a la escritura, con “El periodismo de Entre Ríos” realiza un aporte importante para conocer lo que el diarismo ha sido y es en nuestra provincia. Estudio serio, concienzudo, con buena bibliografía, que se lee con verdadero interés y no poco placer.

sábado, 7 de mayo de 2011

LA MUERTE DE UN ESCRITOR
Escribe Carlos Sforza*
Se ha repetido y es comprobable, que la muerte de un escritor significa la desaparición física del mismo. Pero, a la vez, se reitera que pervive en el tiempo y el espacio a través de las obras que escribió.
Es claro que ello conlleva que esa obra sea una expresión de arte literario, de lo contrario el olvido es el resultado final. Sabido es, asimismo, que hay obras que son verdaderas creaciones y que tienen valor literario, que por algunas causas misteriosas u olvidos culpables, se pierden en el tiempo y salvo algunos bibliófilos son los que las buscan, releen y valoran.
Todo esto viene a cuento ante la muerte de Ernesto Sabato y el legado escrito que nos deja.
LAS FICCIONES
El escritor nacido en Rojas (Bs. As.) el 24 de junio de 1911 publicó tres novelas. “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abaddón, el exterminador”. Una obra de ficción relativamente breve en cuanto que sólo reúne tres títulos. Ello ha hecho decir a alguien por ahí, que por esa exigüidad de obras, Sabato no fue postulado para el Nobel de Literatura.
Digo de entrada que no es cuestión de autores con pocos libros o con muchos, lo que hace valiosa una obra. Pienso en Juan Rulfo, por ejemplo. En el siempre presente James Joyce. Y por otra parte un gran número de autores con una amplia lista de títulos publicados. En ambos sectores hay excelentes escritores. Como también hay regulares y hasta malos escritores. En suma, la cuestión no es de cantidad de obras sino de calidad de las que se escriben y publican.
Sabato representa un tipo de narrador que se enrola desde el comienzo en la búsqueda del tema más profundo del hombre. Él viene de un recorrido espiritual y cultural que se inicia en las ciencias duras para dejarlas y entrar de lleno en la literatura. Es decir que su periplo va cambiando de mirada a medida que avanza en la reflexión, en los años vividos y en sus mirada sobre el hombre problemático. Es un existencialista que a través de la ficción, trata de entrar en los meandros oscuros del ser humano y, muchas veces con visión pesimista, nos entrega en sus personajes y en su estar en el mundo, en una situación cotidiana pero, las más de las veces, extrema, la problemática del misterio que rodea al hombre contemporáneo.
En su breve novela o nouvelle “El túnel” (1948), el escritor nos introduce en lo que algunos llaman la conciencia de la nada. Es el drama del pintor Juan Pablo Castel que se debate en el acto incomprensible que comete al matar a la mujer amada, María Iribarne. Hay muchos sentimientos encontrados en esta breve obra que mereció el elogio de Albert Camus, y que muestra la aventura de un hombre en sus diversas secuencias de amor, de sueños, narrada en primera persona.
Después de esta primera novela, que por las repercusiones que tuvo en Europa, lo hizo conocer en el mundo de las letras, Sabato publicó en 1961 “Sobre héroes y tumbas”. En esta novela encontramos un entramado que reúne, en una especie de collage, la historia de Fernando Vidal Campos, Alejandra (a la que parece que vamos a encontrar cuando recorremos el parque Lezama), con el Informe sobre Ciegos y el peregrinaje del cuerpo muerto de Juan Galo Lavalle. Es, por momentos, un descenso a los infiernos, es asimismo un interrogarse sobre la Argentina profunda, y también sobre el provenir de los hombres que en ella vivimos, en una lucha existencial donde los vericuetos de la conciencia se confunden con los insondables huecos del inconsciente y el subconsciente.
El autor escribió en la primera edición de esta novela que “Existe cierto tipo de ficciones mediante las cuales el autor intenta liberarse de una obsesión que no resulta clara ni para él mismo.” Fiel a su pensamiento, Sabato entra a través de sus personajes en un intento de conocer y expresar la condición humana. En “El escritor y sus fantasmas”, sostiene lo siguiente: “(…) llamo gran literatura a la que se propone la investigación de la condición humana. Y casi diría a la investigación feroz, pues la ausencia de ferocidad me hace dudar sobre el auténtico propósito de ese investigador. Ya que un hombre que no se plantee ese problema con indignación, un escritor que no esté impulsado por una despiadada furia contra Dios o contra la Nada es muy improbable que tenga posibilidades (o ganas) de atravesar el abismo” (p. 162, 1ª edición).
“Sobre héroes y tumbas” fue leída por toda nuestra generación que comenzaba a publicar en los comienzos de los sesenta del siglo pasado. De ella dijo S.Quasimodo que es “Un Apocalipsis de nuestro tiempo”. Fue una de nuestra grandes lecturas de aquellos tiempos y la tragedia que muestra la obra, el armado de las secuencias narrativas el buscar la realidad a través de una mirada trágica, todo resultaba a nuestros ojos, atrapante.
En 1974 publicó “Abaddón el exterminador” que es una de las novelas fuertes, profundas, escrita con sangre y sudor, de la segunda mitad del siglo veinte. Es que el Quinto Ángel del Apocalipsis aparece con la fuerza devastadora que anuncia el libro de San Juan. Y esa es una novela, que tiene mucho de onírica y que no hace sino mostrar un lado oscuro de nuestra realidad. En la novela está presente el propio autor con su apellido, cuando comienza la obra y están Bruno y Gilberto y Juancho y el gordo y la Secta y están los males de una Argentina que debe ser redimida y rescatada aunque para ello sea necesario pasar por el Apocalipsis a través del ángel exterminador. Comienza la narración así: “EN LA TARDE DEL 5 DE ENERO, de pie en el umbral del café de Guido y Junín, Bruno vio venir a Sabato, y cuando ya se disponía a hablarle sintió que un hecho inexplicable se producía: a pesar de mantener la mirada en su dirección, Sabato siguió de largo, como si no lo hubiese visto (…)”.
Ese descenso a los infiernos, narrado con fuerza, con estilo, es una muestra acabada de la grandeza de la literatura de ficción que creó Ernesto Sabato y que, pese a oscuros detractores, tiene vigencia hoy porque es, precisamente, una muestra cabal de la gran literatura. Esta última novela mereció en 1975 el Gran Premio de Honor de la SADE y en 1976, habiendo sido traducida al francés, el Premio al mejor libro extranjero en París.
ENSAYOS Y NOTAS
Sabato se inició literariamente con un conjunto de artículos reunidos en “Uno y el Universo” (1945) premiado por un jurado que integraron Adolfo Bioy Casares, Vicente Barbieri, Leónidas Barleta y Ricardo Molinari que le otorgaron el Primer Premio en Prosa de la Municipalidad de Buenos Aires. Desde ese trabajo inaugural de su labor como escritor, he seguido los rastros de Sabato a través de todos sus ensayos. Son notas, artículos, citas, recopilaciones, reflexiones de un hombre lúcido, que a través de sus escritos nos muestra la evolución de su pensamiento, nos enseña caminos, nos hace reflexionar sobre la ciencia y el arte, nos introduce en los vaivenes de la literatura, con una prosa limpia, que hace que el lector se sienta cómodo cuando la aborda.
Entre sus libros de ensayos, tengo en mi biblioteca “Carta a un joven escritor” con una hermosa dedicatoria, trabajo que me envió con motivo de un comentario a una de sus obras y como retribución a un libro de mi autoría que había recibido. Este opúsculo de Sábato es poco conocido en su bibliografía. No puedo dejar de mencionar “El escritor y sus fantasmas” publicado en primera edición por Aguilar.
Siempre recuerdo cuando en su primer libro de ensayos breves, “Uno y el Universo”, habla de Jorge Luis Borges y dice que “La teología de Borges es el juego de un descreído y es motivo de una hermosa literatura. ¿Cómo explicar, entonces, su admiración por León Bloy? ¿No admirará en él, nostálgicamente, la fe y la fuerza? (…). A usted, Borges, heresiarca del arrabal porteño, latinista del lunfardo, suma de infinitos bibliotecarios hipostáticos, mezcla rara de Asia Menor y Palermo, de Chesterton y Carriego, de Kafka y Martín Fierro; a usted, Borges, lo veo como un Gran Poeta” (pp. 23/24).
Otro de los libros de Sabato insoslayable es “Apologías y rechazos”. En él, entre otros artículos, hay un retrato hermosos del que fuera su Profesor en La Plata, en el secundario, Pedro Henríquez Ureña y que el autor conoció en 1924 cuando cursaba el primer año del colegio secundario de la Universidad. En ese libro se incluye “Nuestro tiempo del desprecio” que originariamente fue publicado en l976 en la obra colectiva “Pensar la República”.
A ellos podemos sumarles otros libros donde la lucidez del pensamiento de Sabato ilumina muchos caminos, senderos y vericuetos del pensamiento. Tal el caso de “Heterodoxia”, “La resistencia”, “Antes del fin”. En suma, un pensador y ensayista que no tuvo límites en cuanto se expresó con la libertad por la que siempre luchó, con convicción y lucidez.
Esa obra del escritor Ernesto Sabato es la que hace que su calidad de escritor perdure más allá del tiempo y del espacio.

jueves, 5 de mayo de 2011

presentación de DE CASAS Y MISTERIOS

El viernes 20 de mayo, en el Salón del Hotel SOL VICTORIA de la ciudad entrerriana Victoria, se presentará la segunda edición del libro DE CASAs Y MISTERIOS de Carlos Sforza.
El mismo ha sido reeditado por la Sociedad Filantrópica Terror do Corso y tiene ilustraciones del plástico Gabriel Calabrese y fotos de Celso Rendos. La publicación se hace en Ediciones Del Castillo de Rosario (Santa Fe).
En el acto se proyectará un breve cortometraje de Joaquín Pedemonte donde podrá escucharse al autor en una entrevista y aspectos de las casas victoriense con una voz en off diciendo fragmentos de sus cuentos. Luego hablará en una breve alocución el autor, se entregaránm ejemplares para las escuelas y bibliotecas de Victoria y de Rosario, se habilitará la exposición del plástico Calabrese con las pinturas que ilustran el libro y, posteriormente y como cierre, Luis Albornoz leerá fragmentos de los cuentos y el músico y concertista de guitarra Alejandro Sánnchez interpretará algunas piezas musicales.
Un acto que ha concitado el interés de los amantes de la literatura y la música con entrada libre y gratuita para todo público.
Cabe destacar que el libro, publicado en primera edición por Editorial Castañeda de Buenos Aires, en 1978 mereció el Primer Premio al mejor libro édito de cuentos de la Subsecretaría de Cultura de Entre Ríos, por un jurado integrado por Julieta Gómez Paz, Juan Carlos Ghiano y Delfín Leocadio Garasa.

lunes, 2 de mayo de 2011

LA MUERTE DE ERNESTO SÁBATO

Escribe Carlos Sforza
El sábado 30 de abril murió en Buenos Aires el escritor Ernesto Sábato. Tenía 99 años de edad y su fallecimiento enluta las letras no sólo de la Argentina sino de todo el mundo.
La figura de quien me honró con su amistad y me alentó en mi trabajo literario, es de las emblemáticas en la literatura del siglo XX.
Doctor en física, estuvo en París y trabajó en el Laboratorio Curie en 1938. De Francia pasó a Estados Unidos. Escribió en “Hombres y Engranajes” acerca de su paso por el país del norte: “(…) pude ver el Capitalismo Maquinista en su más vasta perfección. Volví a mi patria y empecé a escribir un primer balance, que publiqué en 1945 bajo el título de Uno y el Universo”. En ese libro da cuenta de su paso por la ciencia que “ha sido un compañero de viaje, durante un trecho, pero ya ha quedado atrás.”
Desde entonces, en la literatura encontró el cauce a su expresión. Como lo hizo también a través de la pintura.
Sus ensayos son una muestra cabal del pensamiento que fue formándose a través de los años y gracias a una actitud crítica y reflexiva. A ello, Ernesto Sábato sumó una trilogía novelística que marca un hito fundamental en la literatura de ficción: “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abaddón, el exterminador”. Con esta última novela, Sábato incursiona en el tema del mal, y a través del ángel exterminador del Apocalipsis, plantea interrogantes que acucian al hombre. En París, esta obra fue premiada como la mejor novela extranjera.
EN PARANÁ
En el 64 aniversario de “El Diario” de Paraná, los Amigos del Ateneo “Luis F. Etchevehere”, invitaron a Sábato para dar una conferencia. Lo hizo en el Salón del Círculo Médico el 13 de mayo de 1978 ante una sala repleta al punto que muchos debieron sentarse en el suelo. Desde Victoria, asistimos tres integrante de la filial local de los Amigos del Ateneo: el entonces Director de “La Mañana” Césa Jaroslavsky, Raúl R. Trucco y quien escribe esta nota. Fue una noche inolvidable en la que Sábato, a quien saludamos puesto que yo ya mantenía relación con él, respondió preguntas que los asistentes hacían por escrito.
EN VICTORIA
En noviembre de 2004, con motivo de celebrarse en Rosario el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española, Ernesto Sábato visitó Victoria acompañado de su amiga Elvira González Fraga y dos custodios y no sólo recorrió nuestras calles sino que estuvo en el Restó Bar Rizzi, donde espontáneamente escribió algunas líneas y estampó su firma en la pared interior del salón. Con respeto, el dueño del bar, Mario Rizzi conserva esa escritura y firma en excelentes condiciones y, obviamente, con legítimo orgullo.
COLOFÓN
Ha muerto con Ernesto Sábato un defensor de los derechos humanos, intelectual comprometido, buscador incansable de la verdad, amigo, y, sin dudas, uno de los grandes escritores argentinos del siglo veinte.
Había Nacido en Rojas (Buenos Aires) el 24 de junio de 1911.